Pienso en lo que es ser niño y nacer en un territorio aislado y en guerra: 

Pienso que en mi casa somos varios, somos campesinos, mi padre es negro, no lo veo casi nunca, solía tener un cultivo de frutas, pero decía que eso no lo compraban, así que ahora se marcha por largas temporadas. Mi madre es indígena, y por su lado, da vueltas todo el día. Su vida se debate entre mantenernos vivos a mí y a mis hermanas y buscar el dinero o los recursos para hacerlo.  

Pienso en que extraño la escuela, extraño ver a mis amigos con los que jugaba en el campo hasta que una mina antipersonal estalló y nos prohibieron seguir jugando. La maestra que nos daba clase terminó yéndose, quien sabe por qué y quién sabe a dónde. 

Pienso que, en mi pueblo, no hay figuras autoritarias, había un par de líderes comunales, que solían ser mis vecinos y eran personas a los que los adultos de mi pueblo escuchaban. Por alguna razón esos líderes fueron asesinados, o se marcharon del pueblo. 

Pienso que después de esos líderes asesinados, llegan hombres armados y uniformados. Que reflejan poder, pues son muchos, todo mi pueblo les teme y les hace caso. 

Pienso en cómo esos hombres empiezan a decir que debemos irnos con ellos, me da miedo, pero entre ellos logro identificar a un tío con el que nunca he hablado mucho, pero sabe quien soy yo. Trabajaba con mi papá, supongo que la labor de campo no le era tan rentable. Hablan de que nos darán comida y refugio, y si en mi casa no hay mucho, a la final, quizás así mi madre pueda ayudar a mis hermanas. 

Pienso en que pensé ir a la casa a recoger las cosas que tenía, pero me di cuenta que no tengo nada, mi ropa es la ropa de mis hermanos, me robo un par de fotos de mi mamá y me marcho con una bolsa de panes.  

Pienso en que ya no sé hace cuanto tiempo me marché de mi casa, pienso en cómo estarán mis hermanas y si mi madre está mejor, pienso en si mi padre lo sabe o no.  

Pienso en cómo mi tío me enseña a armar un fusil, me dice que con eso tengo que cuidarlos a ellos, porque cuidarlos a ellos es cuidar a mi familia, y cuidar a mi familia es cuidarme a mí. Tengo que cuidarnos de nuestros enemigos, que no sé porqué son nuestros enemigos, pero sé que lo son.  

Pienso en que, a Carlos, mi amigo del colegio y quien también se vino conmigo no le dan un fusil, pero le enseñan a ir por los pueblos preguntando cosas. Supongo que es como un juego, donde cada uno tiene una misión. También Johana, Vanessa y Karla, ellas también iban al colegio conmigo, las veo cocinar y lavar ropa todo el día, y de vez en cuando atender a esos hombres.  

Un día cualquiera, voy con mi tío por entre las praderas y las selvas pensando todo esto mientras nos cuido del enemigo, cuando empiezo a escuchar aviones y empiezo a escuchar que me piden que haga silencio y me quede quieto, me dicen que si la siento es porque me mató, y no se a qué se refieren, porque no la sentí y si me mató… 

Y entonces pienso, pienso en que quizás fue culpa mía. 

Quizás fue culpa mía, por haber ido caminando con mi tío por las praderas y las selvas cuidándonos del enemigo que desconozco, pero le temo.  

Quizás fue culpa mía, así como fue culpa de Karla, Vanessa, Johana y Carlos, por haber aceptado la misión y haber decidido cocinarles y cuidarles la espalda.  

Quizás fue culpa mía, por haber aceptado que mi tío me enseñara a armar un rifle y me enseñara quién es mi enemigo y cómo se viste.  

Quizás fue culpa mía, por haberme marchado de la casa y no haberme quedad en ella con las cosas que tenía y con los hermanos con los que compartía. Quizás fue culpa mía por haberme llevado la bolsa de panes y la foto de mamá. 

Quizás fue culpa mía, por haberles creído a esos hombres de que su poder y su comida me harían bien, quizás la invisibilidad absoluta y la escasez alimentaria de mi hogar me harían mejor. Quizás fue culpa mía por pensar que un hijo menos en casa haría que los otros sufrieran menos para alimentarse.  

Quizás fue culpa mía, por vivir en un pueblo donde llegan hombres armados y todo el mundo les teme.  

Quizás fue culpa mía, por tener una maestra que se marchó de la escuela y que nadie más pudiera enseñarnos, o quizás fue culpa mía por hacer que John, mi amigo, saliera corriendo y pisara una mina.  

Quizás fue mi culpa, por ser hijo de un hombre negro y de una mujer indígena, por ser hermano de otros 6 y por vivir en una casa que habita la escasez, pero roza la miseria. 

Quizás fue culpa mía, por ser niño, y haber nació en un territorio aislado, y en guerra.  

Pienso en que soy eso, soy como un fusil, soy una máquina, una máquina sin sentimientos, operativa, automatizada.  

Soy eso, soy una máquina de guerra.  

Autor: Moreno Blanco 

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